El Profeta Muhammad (s.a.s), cuya luz Divina apareció antes de Adam –Aleyhisselâm-, se manifestó físicamente después de todos los demás Mensajeros, paz sobre todos ellos, siendo a la vez el primero y el último en la línea de los Profetas –en cuanto a su creación, fue el primero; y en cuanto al tiempo, fue el último.
Dado que fue la razón misma de la creación, Allah Todopoderoso le llamó ‘Amado’. La vida excepcional del Profeta Muhammad (s.a.s) fue diseñada por Allah Todopoderoso de manera realmente bella, tanto desde el punto de vista espiritual como físico, y después fue enviado como la Misericordia para todos los hombres. Fue creado como el perfecto ejemplo a seguir. Fue enviado como un huérfano, pasando por todas las etapas y niveles de la sociedad y de la vida, llegando a ser Profeta y cabeza de un estado, alcanzando de este modo el rango más alto de autoridad y poder. Su excelente comportamiento, sus actos, su inteligencia, sus capacidades y poder son ejemplos para todos los hombres de rango y autoridad, pero fue enviado por Allah el Misericordioso como ejemplo para toda la humanidad desde el tiempo en el que recibió la Profecía hasta el Día del Juicio Final. Dice el Noble Qur’an: “Realmente en el Mensajero tenéis un hermoso ejemplo para quien tenga esperanza en Allah y en el Último Día y recuerde mucho a Allah.” (Al-Ahzab, 33:21)
Se desprende de allí que es nuestra obligación estudiar la vida y los actos del Profeta Muhammad (s.a.s) para poder imitar su excepcional carácter, fe e intuición espiritual. Todos debemos sumergirnos en su espiritualidad y su afecto para mejor poder utilizar su conocimiento a la hora de seguir su bendito ejemplo.
Antes de recibir la Profecía, Muhammad (s.a.s) vivía una vida de satisfacción y dignidad. Creía en la unicidad de Allah. Sobre todo en los años justo antes de la Profecía solía pasar mucho tiempo en adoración, en retiro en el monte Hira, absorto en profunda contemplación. La razón de esta reclusión fue la flagrante perversidad de su sociedad y la tristeza causada por la opresión que sufrían los más débiles. En realidad, fue la preparación por parte de Allah Todopoderoso a la revelación del Qur’an a la humanidad por medio del corazón del Profeta Muhammad (s.a.s). Dice el Noble Qur’an: “Di: Quien sea enemigo de Yibril… Ha sido él quien, con permiso de Allah, lo ha traído hasta tu corazón, con la autorización de Allah, como una confirmación de lo que ya existía y como guía y buena nueva para los creyentes.”(Al-Baqarah, 2:97)
Durante seis meses el Profeta Muhammad (s.a.s) recibía signos e inspiraciones continuas, hasta que a través de esa experiencia, su corazón fue alcanzando el estado de pureza y excelencia desde el cual pudo transmitir y explicar la Revelación. Una persona normal y corriente no puede soportar este peso –los seres humanos no están preparados para este tipo de responsabilidad. Pero en el caso de Muhammad (s.a.s), el misterioso velo de la espiritualidad se había levantado y llegó el momento idóneo para la manifestación del don y del poder del misterio.
El Honor del Universo había combinado las obligaciones y el poder de todos los Profetas en sus actos y en su carácter. Las más bellas cualidades –nobleza, dignidad, la manifestación de la perfección Divina, alcanzaron en el Profeta Muhammad (s.a.s) su cima. Por instrucción de Allah su corazón y su nafs habían sido purificados, y así pudo empezar su tarea de enseñar la adoración y la súplica que Le son debidos a Allah. Mostrándolo con su vida y comportamiento, Muhammad (s.a.s) se convirtió en el perfecto ejemplo para toda la humanidad.