Dice Allah en el Qur’an: “¡Vosotros que creéis! Temed a Allah como debe ser temido…!” (Al-Imran, 3:102)
Esto requiere “utilizar todos los medios y fuerzas a nuestro alcance en la creencia, en la adoración y en el comportamiento”.
Dado que nos es imposible saber el grado exacto del esfuerzo que nos permitirá estar honradamente ante la Divina Presencia, nunca debemos subestimar la importancia de ningún acto, incluso del más insignificante. Se une a esto la orden que sigue en la misma ayah: “Y no muráis sin estar sometidos (sin ser Musulmanes).” Podemos llegar a una posición social o laboral a través de medios concretos, y aunque ésta puede durar lo que dure nuestra vida, no ocurre lo mismo con nuestra vida espiritual. El Qur’an nos informa sobre los que en los últimos momentos de sus vidas se salieron del camino, como por ejemplo Bal’am bin Barra y Qarun.
Qarun, un eminente comentarista de la Torah de su tiempo, fue contemporáneo del Profeta Musa –Aleyhisselâm-. Allah le concedió como prueba abundancia de riquezas. Llegó a ser tan orgulloso de ellas que le dijo a Musa –Aleyhisselâm-: “Todo esto es mío. Yo lo conseguí.” Allah le destruyó –la tierra se abrió bajo sus pies y le enterró junto a sus riquezas.
Bal’am bin Barra, después de haber alcanzado una alta estación espiritual a lo largo de su vida, murió descarriado y desviado, porque finalmente sucumbió a sus caprichos, se volvió ambicioso y abusó de su conocimiento. Igual que Qarun, destruido por abusar de sus riquezas, Bal’am fue destruido por abusar de su conocimiento.
Como absoluta necesidad de nuestra vida, Allah ordena que protejamos nuestro corazón con taqwahcuando dice: “Y sirve a tu Señor hasta que te llegue la Hora que es cierta.” (Al-Hiyr, 15:99)
¡Oh Allah! ¡Concédenos el poder de abandonarlo todo y estar delante de Ti con verdadero taqwah! ¡Haz que seamos Tus siervos hasta el último aliento! ¡Otórganos el honor de estar ante Ti como miembros de la comunidad musulmana!
Amin.