‘Âisha (r.ha) relató que el Profeta (s.a.s) todas las noches, cuando iba a la cama, juntaba sus manos y soplaba en ellas después de recitar la sura ‘Al-Ijlâs’, la sura ‘El enrojecer del alba’ y la sura ‘La Gente’; luego se frotaba el cuerpo con las manos, lo más que podía, empezando por su cabeza, su cara y el frente de su cuerpo; hacía eso tres veces.