El Mathnawi: “Estoy enamorado de Aquél al que todo pertenece; todo es Su creación. Mi vida y mi intelecto, yo los sacrifico a Su amado.” (v.3:4136)
Al poder y capacidad del amor extremo se le da el nombre de ‘ashq. El amor extremo es para Allah Todopoderoso y solamente cuando se Le ama, se alcanza la perfección de ‘ashq. La manera de lograrlo es trascendiendo la fase del amor cotidiano, conocido como ‘ashq metafórico. El amor más significativo a este respecto es el amor por el Mensajero de Allah (s.a.s), que fue un regalo al Universo del Creador de todo lo existente.
En los versículos citados anteriormente Rumi declara que al sacrificar su vida e intelecto al Profeta (s.a.s), es decir al habibullah, el amado de Allah, ha podido alcanzar mahabbatullah, el amor de Allah. Los mejores ejemplos en este sentido son los Compañeros del Profeta (s.a.s). Su respuesta a la más mínima petición del Profeta (s.a.s) fue “qué mi vida y mi propiedad sean sacrificados por ti, di cuál es tu deseo, oh Mensajero de Allah”.
El Mathnawi: “Cada uno de vosotros es una oveja. El Profeta (s.a.s) es el pastor. La gente es como el rebaño y él es su cuidador.
El pastor no teme a las ovejas, sino que las protege del calor y del frío.
Si grita enfadado al rebaño, es por el amor que siente por él.” (v.3:4146-4148)
La referencia a la gente en términos de rebaño no es degradante. Es para llamarnos la atención sobre nuestra verdadera condición, es decir o bien mandamos como el pastor o bien estamos bajo el mando como las ovejas. De hecho en un hadiz el Profeta (s.a.s) dijo:
“Todos sois pastores, y todos sois responsables de aquellos a los que pastoreáis.” (Bujari, Yumu’a 11; Istrikraz 20; Muslim, Imara 20) Esto nos muestra que el hombre siempre tiene la capacidad de mandar sobre los demás y que este poder conlleva cierta responsabilidad. Los pastores a menudo llevan en sus brazos a un animal enfermo que se había quedado atrás para que se una al rebaño. Los atributos más distinguidos del pastor son misericordia, compasión y sinceridad. El que dirige a los demás debe mantener a los que están bajo su responsabilidad cerca de su corazón.
El Mathnawi: “El Qur’an es la explicación de la cualidades de los Profetas. Si lo leéis y practicáis, considerad que habéis visitado a los Profeta y siervos veraces.
Si no seguís las reglas y no vivís según la enseñanza del Qur’an, aunque lo hayáis leído, ¿qué beneficio habrá en haber visto a los Profeta y los siervos veraces?
Cuando uno lee las historias de los Profetas, esta jaula corporal se le hace estrecha al pájaro del espíritu.” (v.1:1516-1518)
El Qur’an ha sido enviado a la gente como una guía, hidaya, ya que muestra el camino para lograr la felicidad en este mundo y en el Más Allá. Para alcanzar este propósito el Qur’an nos habla de diferentes asuntos, en diferentes estilos y con diferentes ejemplos. Entre los asuntos que menciona se encuentran las historias de los Profetas que tienen un lugar de especial importancia. El Qur’an nos proporciona mucha información sobre los Profetas y sus comunidades, sobre los que se ganaron la complacencia de Allah y los que merecieron la destrucción por su opresión y rebeldía contra el Todopoderoso. Con este conocimiento los creyentes pueden organizar su vida correctamente como gente recta –istiqamah.
Para poder beneficiarse realmente de las historias de los Profetas mencionadas en el Qur’an, uno debe estar preparado interiormente. De hecho, Allah dice en el Qur’an que la imposibilidad de contemplar sus significados profundos se debe a que los corazones están sellados. “¿Acaso no meditan el Qur’an o es que tienen cerrojos en el corazón?” (Muhammad, 47:24)
Según esta ayah, para entender, comprender, sentir y alcanzar los secretos del Qur’an uno debe tener un corazón sano, ya que el Qur’an no revelará sus secretos al corazón que no lo es. El Mensajero de Allah (s.a.s) fue el más grande comentador del Qur’an, por lo tanto todos sus ahadiz ofrecen, esencialmente, la explicación de las ayaat del Qur’an. Después de él, lo son también aquéllos siervos veraces que practican lo que saben y que participan de la vida espiritual del Profeta (s.a.s). Dice Mawlana al respecto:
“Los que entiende el Qur’an son los que lo practican.”
Un corazón ennegrecido por los deseos mundanos no tiene nada que tomar del Qur’an. Los orientalistas occidentales que estudian Islam pueden tener el conocimiento externo, pero dada su carencia de la vida espiritual, el Qur’an les vela sus secretos y no les muestra ninguna guía. Dice Allah Todopoderoso: “… esos que aunque vean todo tipo de signos, no creen en ellos y aunque vean el camino de la guía recta no lo toman como camino, pero que si, en cambio, ven el camino de la perdición, lo toman como camino. Eso es porque han negado la verdad de nuestros signos y son indiferentes a ellos.” (Al-A’raf, 7:146)
El objetivo con el que leemos el Qur’an es adornarse con su contenido. Preguntada por el comportamiento del Profeta (s.a.s), ya después de su fallecimiento, su esposa Aisha (r.ha) dijo:
“Su comportamiento fue el Qur’an.” (Muslim, Musafirin 139; Nasa’i,Qiyamu’l lail 2)
El Qur’an contiene normas y reglas de forma que la humanidad pueda alcanzar un nivel moral más alto que el de los ángeles. En los versículos citados anteriormente el mensaje de Rumi es que la lectura del Qur’an y su comprensión permitirá que la persona se adorne con la conducta del amado Profeta (s.a.s).
La historia de Ibn ‘Abbas (r.a) ofrece un buen ejemplo de la conducta originada por el Qur’an. Una vez un hombre le dijo cosas muy desagradables, pero Ibn ‘Abbas ni se inmutó. El hombre estaba asombrado y le preguntó por qué no se defendía, a lo que éste respondió:
“Hay tres razones por las que me prohíbo responderte. Primero, cuando leo el Libro de Allah deseo que todo hombre sepa con qué lectura he sido agraciado. Segundo, soy muy feliz cuando oigo que un juez musulmán ha servido a la justicia, aunque no tenga lazos familiares con ese juez. Tercero, soy muy feliz cuando llueve sobre las tierras musulmanas, aunque no tenga animales que pasten allí ni tampoco posea tierras en esa parte.”[1] (Haizami, Maymu al-Zawa’id, v. 9, pag. 284)
El Mathnawi: “Hay melodías en los Profetas que dan vida y hacen que las vidas de los que buscan la Verdad se vuelvan de sumo valor.” (v.1:1919)
Una vida puede solamente tener sentido y valor si contiene ideas y comportamientos correctos. Esto implica alcanzar la verdad y el bien. El versículo citado refleja la verdad de que los únicos guías hacia ello son los Profetas, ya que Allah Todopoderoso les hizo a todos ellos los mejores modelos para la humanidad, sobre todo al Profeta Muhammad (s.a.s). El impacto de su carácter en la humanidad nunca ha dejado de existir, desde que empezó su misión. Incluso aquéllos que no creyeron en él tuvieron que admitir su excelencia, mientras que aquéllos que le amaron y le siguieron manifestaban su amor y dedicación por él; basta recordar que los Compañeros solían decir a menudo “qué mi vida, mi propiedad y mi familia sean sacrificados por ti”. Todo el Universo se iluminó con su radiación, más fuerte que la del sol. La gracia de la creencia es solamente posible a través de él. Es impensable intentar describirle adecuadamente pues su existencia fue una piedra preciosa única en todo el Universo. Ha sido alabado por poetas y escritores. Los versos que siguen fueron escritos por Yaman Dede, un poeta moderno. Era cristiano y abrazó el Islam después de haberse dado cuenta de la verdad que había traído el Profeta Muhammad (s.a.s):
“No me sentiría desesperado si me quedase sin agua en medio del desierto.
Hay volcanes en mi pecho que ni los océanos pueden apagar.
Si acaso las llamas lloviesen y yo las tocase, no lo sentiría siquiera.
Consuélame con tu belleza, estoy en llamas, ¡oh Rasulullah!
¡Qué felicidad cerrar mis ojos amándote y morir!
¿No es posible que expire mi último aliento en tu círculo?
Mientras mis ojos se apagan, ¡qué fácil sería morir contigo!
Consuélame con tu belleza, estoy en llamas, ¡oh Rasulullah!”
Y Es’ad Arbili, otro poeta importante de la historia reciente, expresa su admiración con las siguientes palabras:
“¡Oh mi amado! Por las manifestaciones de tu belleza la fuente está ardiendo, la rosa está ardiendo, el jacinto está ardiendo, la tierra y la espina están ardiendo.
Lo que pone el fuego es la luz de tu bendito rostro.
Por eso arde el nafs, arde el corazón y estos dos ojos que lloran de afecto por ti –arden.
¿Puede el mártir del amor purificarse con todas estas llamas?
El cuerpo arde, la mortaja arde, incluso el dulce agua para lavar al mártir –arde.”
El jardín de la creación nunca ha visto una rosa como su rostro. Es como si toda la manifestación de belleza hubiese cogido la reflexión de la belleza del propio Profeta (s.a.s). Fuzuli describe esta verdad en su famoso “Elogio del agua”:
“¡Oh ojo! No derrames tus lágrimas en mi corazón que arde. No es ninguna consolación derramar agua sobre los fuegos que arden con el fuego del amor.
Qué no se preocupe el jardinero de regar ese rosal.
En verdad, incluso si regase mil rosales, ninguno como tu rostro estará allí.
¡Oh amado! Es la temporada de las rosas, ¿no ocultarán el agua que fluye?”
El Mathnawi: “Si alguien supiera lo que sabía el Profeta (s.a.s), no encontraría fuerzas para suplicar ni tenacidad para el ayuno y la salah.” (v.2:1913)
Hay tres categorías de la realidad, haqiqa, que le ha sido concedida al Profeta (s.a.s). Las de la primera categoría quedan como el eterno secreto entre el Profeta (s.a.s) y Allah Todopoderoso. El Noble Mensajero no reveló ni la más mínima de ellas a nadie. Explicó:
“Juro por Allah que si supierais lo que yo sé, llorarías mucho y os reiríais poco. No encontraríais consuelo en vuestras mujeres, y gritaríais en los caminos y desiertos súplicas a Allah.” (Ibn Mayah, Zuhd, 19)
La haqiqa de esta categoría solamente puede ser comprendida a través de la luz de la Profecía, nur al-nubuwwa. Nadie más que el Mensajero tiene esa capacidad, así que su conocimiento es un misterio eterno, es un conocimiento que queda sin desvelar.
Las de la segunda categoría, el Profeta (s.a.s) las transmitió a todos sus Compañeros y a la gente en general, pero sólo un grupo limitado de personas de comprensión excepcional las entendieron y las pusieron en práctica. El conocimiento de esta categoría constituye el fundamento del tasawwuf, es decir el conocimiento de la vida espiritual procedente de Allah. Este conocimiento está reservado a la elite espiritual, jawas, y así continuará hasta el Día del Juicio Final. Esta información que se encuentra en algunos libros es meramente la externa peladura de la fruta. La esencia, de hecho, no se puede “decir”, es solamente “un estado”. No son palabras sino más bien su naturaleza.
La tercera categoría de la información que había recibido el Profeta (s.a.s) de Allah Todopoderoso también es para la gente en general, pero su comprensión es fácilmente asimilable. Son las normas generales, dirigidas a todos los seres humanos ya que el Profeta (s.a.s) no ha sido enviado solamente a un grupo particular en un tiempo determinado, sino ha sido enviado como Mensajero para toda la humanidad. Por esa razón, los hombres serán llamados “la comunidad, ummah, de Muhammad” desde el momento en el que recibió su misión hasta el Día del Juicio Final. Este grupo se divide en tres: aquéllos que aceptaron la invitación, da’wa –y se llaman ummah al-iyaba, los que respondieron; aquéllos que la rechazaron –ummah al-ghair al-iyaba, los que no respondieron; y ummah al-da’wa, los que deben ser invitados. Esa invitación es para toda la humanidad.
Es lo que menciona Rumi en los versos citados anteriormente, diciendo que el conocimiento de la primera categoría está fuera del alcance y la capacidad humana.
El Mathnawi: “El Profeta dijo: ¡Oh Compañeros! ¡Oh mi ummah! Con vosotros tengo más compasión y misericordia que un padre.”
El amor del Profeta (s.a.s) por su ummah es mucho más grande y fuerte que el afecto de un padre por sus hijos. Su biografía, sira, contiene muchos ejemplos al respecto. No bebía ni comía cuando su ummah estaba hambrienta y sedienta. Se ataba una piedra al estómago para suprimir el hambre. Si oía a un niño llorar durante la salah en yama’ acortaba la salah, recitando menos. Dirigió a su ummah en los momentos más difíciles. Defendía su posición cuando quedó expuesto al ataque directo del enemigo mientras su ejército sufría la derrota en ‘Uhud y Hunain. Durante algunas campañas se quedó atrás y ayudó a reorganizar las tropas. El Qur’an describe así su plena devoción a su ummah: “En verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo.” (Al-Tawbah, 9:128)
En esta ayah Allah Todopoderoso ensalza al Profeta (s.a.s) con los atributos de Ra’uf y Rahim, que son Suyos.
Por sus actos, palabras y conducta, el Profeta (s.a.s) fue una guía y una misericordia que envolvió a toda la humanidad. Sufrió las mayores dificultades y tribulaciones en el camino de la guía y la rectitud sin fallar. Tenía tal paciencia y ardor que a veces recibía la admonición Divina de no hacerse daño. Esos rasgos tan elevados puestos a la disposición de la humanidad entera se mencionan en la siguiente ayah: “Tal vez te esté matando el hecho de que no sean creyentes.” (Al-Shu’ara, 26:3)
[1] Ibn ‘Abbas (t) dice aquí que aplicar la ley del talión le es imposible ya que significaría hacerle daño a un hermano en la creencia, cosa que su corazón simplemente no lo permite.