La sinceridad (ijlās) protege nuestro corazón de sus inclinaciones hacia los asuntos mundanos cuando nos estamos ocupando de una obligación que cumplir hacia Allah Todopoderoso. El fruto de la sinceridad es ihsān –adorar a Allah como si lo viéramos, y vivir con la plena consciencia de que Allah está siempre observando todas nuestras acciones.
El Imam Qushayrī narró el siguiente relato: ‘Amer b. Layth era general de uno de los ejércitos en Jurasāan. Después de su muerte, un hombre piadoso le vio en un sueño. Le preguntó al general: “¿Cómo te ha tratado Allah?” “Allah me ha perdonado todos mis pecados.” “¿Por qué te ha perdonado todos tus pecados?” ‘Amer contestó: “Una día escalé hasta la cima de una alta colina y observé a mi ejército allí abajo.
Su fuerza y número me llenó de satisfacción, y me dije: “Cómo desearía haber podido luchar en las batallas del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) con su experto ejército y haberle ayudado en los momentos de dificultad. Daría mi vida por poder realizar este sueño y alcanzar semejante honor.” Por este sincero deseo que tuve, Allah Todopoderoso me perdonó y me ha recompensado con grandes cosas.”
Esta historia es un claro ejemplo de cómo los sentimientos y acciones sinceros son recompensados. Incluso si el creyente no lleva a cabo su intención, es recompensado por ella. A este respecto, el Profeta Muhammad (que Allah le bendiga y le de la paz) dijo que la intención de un creyente tiene más valor que sus acciones.
El valor de una acción viene de la buena intención con la que se hizo. Si no hay buena intención detrás de un buen acto, no puede ser aceptado como bueno. El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) dijo que las acciones serían juzgadas según la intención con la que se realizaran: La [recompensa de] las acciones depende únicamente de su intención, y toda persona recibirá su recompensa según la intención con la que llevó a cabo sus acciones. Por ello, quien emigre por Allah y Su Mensajero, esa emigración será contada por Allah y Su Mensajero. Y quien emigre por obtener riquezas o para casarse con una mujer, su emigración será por aquello por lo que emigró.
Así, pues, debemos siempre controlar nuestras intenciones a la hora de realizar una acción, y mantener en el interior de nuestros corazones el solo deseo de satisfacer a Allah a través de nuestros actos. Esta cualidad recibe el nombre de ijlās (sinceridad) en la terminología islámica. Las acciones son como el cuerpo, y las intenciones como el alma. Si el alma está enferma, también lo estará el cuerpo. Las salah y otros actos de adoración, si no van acompañados de una intención pura no le serán de ningún beneficio a la persona que los realice. Solamente producirán estrés. Por otro lado, si una persona intenta agradar a Allah, incluso las acciones más insignificantes serán grandemente recompensadas por Allah Todopoderoso.
El ser humano comparte con otras criaturas un bueno número de características. Sin embargo, el hombre es diferente a todas ellas en la medida en la que éste es capaz de salvarse a sí mismo del egoísmo de su nafs y de los instintos animales que le habitan. Puede dominar sus más bajos instintos. De esta forma se manifiesta la superioridad de la naturaleza que le ha dado Allah.
Una vez alcanzado este estado, todas las acciones terrenales tales como dormir, comer, beber, casarse, tener hijos, y otras, estarán en completa sumisión a la voluntad de Allah, y tendrán recompensa ante la corte divina. Por ello, el hombre deberá limpiar su corazón de toda intención egoísta, dejando sólo la de agradar a Allah Todopoderoso. A través de la sinceridad, un hombre o una mujer pueden alcanzar proximidad con Allah. El fruto de la sinceridad con Allah es la estación de ihsān.
Ihsān significa adorar a Allah como si lo viéramos y actuar, en consecuencia, sintiendo Su presencia en todo momento. Allah exige sinceridad en nuestras acciones: “Hemos hecho que te descendiera el libro con la verdad, adora a Allah con sinceridad, ofreciéndole sólo a Él la Adoración ¿Acaso no se le debe a Allah la adoración exclusiva?” (Zumar, 39:2-3);
“Di: Se me ha ordenado que adore a Allah con sinceridad, ofreciéndole sólo a Él la Práctica de Adoración.” (Zumar, 39:11).
Cuando Iblis (shaitan) fue arrojado fuera de la presencia divina, dijo:
“¡Mi Señor! Puesto que me has perdido… los seduciré en la tierra y los extraviaré a todos, a excepción de aquellos siervos Tuyos que sean sinceros.” (Hiyr, 15:39-40).
Estas ayaah dejan claro que shaitan no puede influenciar a los creyentes que son sinceros en su devoción. El resto de los seres humanos están en peligro. Este hecho es corroborado en las siguientes ayaah:
“Dijo: este es un camino recto hacia Mí. Realmente no tienes ninguna autoridad sobre Mis siervos a excepción de los extraviados que te sigan.” (Hiyr, 15:41-42).
En la Surah de al-Isrā’, se vuelve a repetir este mismo hecho:
“Es cierto que sobre Mis siervos no tienes ningún poder. Y tu Señor basta como Guardián.» (al-Isrā’ 17:65)
En un hadiz qudsī, Allah Todopoderoso, dice:
“La sinceridad es uno de mis divinos secretos y se lo concedo a aquellos de mis siervos a los que amo. Ni los ángeles pueden descubrirlo para apropiarse de él, ni los demonios pueden descubrirlo para echarlo a perder.” (Tāy, I,43)
Este hadiz nos indica que un creyente recibe la sinceridad si tiene amor por Allah en su corazón. La frase en el hadiz mencionado “los siervos a los que amo” muestra claramente que el amor es la condición indispensable para conseguir la sinceridad. Los creyentes deberían colocar el amor de Allah en el lugar más elevado de sus corazones. Consecuentemente, el amor deberá ser sincero.
Si el amor no es sincero, acarreará la destrucción del amante como en la historia narrada por Nakhshbī: “Un día, un joven llamó a la puerta de la hija del rey y le declaró su amor. Ella le dijo que tomase mil dirhams y se fuese y no la volviese a molestar nunca más. El joven no se rindió y siguió llamando a su puerta. La princesa le ofreció dos mil dirhams.
Finalmente, el joven aceptó diez mil dirhams como condición para no molestarla más y abandonar su amor. La verdadera intención de la princesa era probar la sinceridad de aquel joven. Le preguntó: ‘¿Qué clase de amor es el tuyo que prefieres dinero a que te corresponda con mi amor? ¿Acaso no conoces el castigo para aquel que prefiere algo por encima de mí?’
Después mandó a sus soldados que apresaran al joven y lo matasen, pues su amor no era sincero.” Uno de los discípulos de Nakhshbī era una persona profundamente espiritual y cuando escuchó esta historia se desmayó. Al recuperar la consciencia les dijo a sus amigos: “Oh hermanos! Mirad el castigo por un falso amor en este mundo. Considerad ahora el castigo que recibirán en la otra vida aquellos que pretenden amar a Allah cuando en realidad prefieren los placeres terrenales.”
¡De qué hermosa manera Nakhshbī nos enseña el significa profundo de la palabra sinceridad! Rūmī resume este relato diciendo: “El valor de un amor se juzga según aquello que busca en la vida.” La sinceridad es la condición prioritaria para cualquier tipo de adoración. En el Sagrado Qur’an se dice que sólo los que son sinceros serán salvados de su destino:
“Es verdad que gustaréis el doloso castigo. Pero sólo se os pagará por lo que hayáis hecho. Se exceptúan los siervos sinceros de Allah. Esos tendrán una provisión conocida. Frutos. Y se les honrará.” (Sāffāt, 37:38-42).
“¡Vosotros que creéis! Preocuparos por guardaos a vosotros mismos. Nadie que se extravíe podrá perjudicaros si estáis guiados. A Allah habréis de volver todos y os hará saber lo que hicisteis.” (Mā’idah, 37:38-42)
Mawlānā Rūmī se dirige con estas palabras a aquellos que hacen la salah sin sinceridad:
Será que al postrarte en la salah vuelves tu rostro (con atenta consideración) y aprehendes el significado de “¡Gloria a mi Señor! El más Elevado.” Póstrate con el corazón y no sólo con la cabeza. (Mathnawī, II, 1801)
Como insiste Rūmī, lo importante es que nos postremos ante Allah con nuestros corazones llenos de sinceridad. La salah no tiene validez si está contaminada con virus espirituales como la hipocresía. Allah Todopoderoso condena este tipo de adoración:
“¡Ay de los adoradores que son negligentes con su salah!” (Mā’ūn, 107: 4-5)
La sinceridad nos protege de asociarle iguales a Allah cuando realizamos una acción cualquiera –ser sinceros en nuestra adoración y no albergar ninguna otra intención mundana cuando hacemos algo por Allah. Así, pues, podemos definir las buenas acciones como acciones realizadas con sinceridad. Estas acciones realizadas con sinceridad son las que están limpias de malas intenciones.
“Es la leche pura la que sale de entre la sangre y las heces. Y por cierto que en los animales de rebaño tenéis un ejemplo. Os damos de beber de lo que hay en sus vientres, entre quimo y sangre: una leche pura, fácil de ingerir para quien la bebe. (Nahl, 16:66)
Al reflexionar sobre esta ayah, los comentaristas del Qur’an dicen que sinceridad significa purificar la intención de preocupaciones mundanas y de todo lo que no sea Allah, como la leche es pura y no contiene sangre ni excrementos. Yunayd Baghdādī describe la sinceridad como purificar nuestras acciones del más mínimo trazo de ostentación. Sin embargo, reclamar para sí la sinceridad no es una actitud considerada correcta en los círculos sufis. Un amigo de Allah dijo una vez: “Pretender que se es sincero es signo de insinceridad.”
Al Profeta Musa (sobre él la paz) le ordenó Allah que eligiese setenta hombres piadosos de su tribu. Cuando preguntó a su gente, tres hombres se adelantaron pretendiendo que eran piadosos y sinceros. Sobre ello descendió la siguiente revelación de Allah: «¡Oh Musa! Estos tres hombres son los más alejados de Mí de toda la creación, pues pretenden ser piadosos y sinceros.»
Una vez se le pidió al Profeta Isa (sobre él la paz) que definiera las acciones sinceras, a lo que él respondió:
“Son las que se realizan por amor a Allah sin esperar a cambio ninguna recompensa terrenal.”
¿Cuál es el enemigo más poderoso de la sinceridad? La hipocresía, la ostentación, el aparentar –actuar para obtener ganancias mundanas, y no para agradar a Allah. Si nuestras acciones tienen como finalidad otro que Allah, entonces habremos caído en una oculta asociación, atribuyéndole iguales a Allah, el mayor de los pecados.
El siguiente hadiz explica claramente las consecuencias negativas de la hipocresía y de la ostentación. Con la autoridad de Suleymān b. Yasār se narró: ”La gente rodeó a Abu Hurayra. Nātil, un sirio, le dijo: ‘¡Oh Saji! Relátanos un hadiz que hayas oído del Mensajero de Allah’. Abu Hurayra replicó: ‘Sí, de acuerdo. Oí decir al Mensajero de Allah (que Allah le bendiga y le de la paz): ‘El primer hombre cuyo caso será juzgado en el Día del Levantamiento será el del mártir. Será llevado ante la presencia de Allah y se le hará recordar todos los beneficios que recibió durante su vida en el mundo. Y así lo hará y reconocerá todos y cada uno de esos beneficios y favores. Entonces le preguntará Allah: ‘¿Y tú, que hiciste por Mí (para agradecer lo que recibiste abundantemente)?’
Dirá: ‘Luché por Ti hasta que caí mártir.’
Allah entonces le dirá: ‘Has dicho una mentira. Luchaste para que le gente dijera de ti que eras un bravo guerrero.’
Después se dará orden de que se le lleve a rastras, la cara contra el suelo, y sea arrojado al infierno. Después comparecerá un hombre que adquirió un gran conocimiento y lo impartió a otros, y les enseñó la recitación del Qur’an. Será llevado ante Allah y se le hará recordar todos los beneficios que recibió durante su vida en el mundo. Y así lo hará y reconocerá todos y cada uno de esos beneficios y favores.
Entonces le preguntará Allah: ‘¿Y tú, que hiciste por Mí (para agradecer lo que recibiste abundantemente)?’
Dirá: ‘Adquirí conocimiento y sabiduría, así como la correcta recitación del Qur’an y lo enseñé a otros para que estuvieras satisfecho de mí.’
Allah entonces le dirá: ‘Has dicho una mentira. Adquiriste conocimiento para que la gente te llamara sabio; y aprendiste la recitación del Qur’an para que la gente dijera que eras un Qāri, y así fue como te llamaron.’
Después se dará orden de que se le lleve a rastras, la cara contra el suelo, y sea arrojado al infierno. El tercero en comparecer será un hombre a quien Allah dio abundantes riquezas. Será llevado ante Allah y se le hará recordar todos los beneficios que recibió durante su vida en el mundo. Y así lo hará y reconocerá todos y cada uno de esos beneficios y favores. Entonces le preguntará Allah: ‘¿Y tú, que hiciste por Mí (para agradecer lo que recibiste abundantemente)?’
Dirá: ‘Gasté en toda causa que Tú quisieras que se gastase para que estuvieras satisfecho de mí.’
Allah entonces le dirá: ‘Has dicho una mentira. Diste abundantemente para que la gente dijera de ti que eras un hombre muy generoso, y así fue como te llamaron.’ Después se dará orden de que se le lleve a rastras, la cara contra el suelo, y sea arrojado al infierno.” (Muslim)
En Islam, ciertas acciones son consideradas de gran valor y son enormemente apreciadas. Luchar por la causa de Allah, aprender las ciencias islámicas y enseñarlas a los demás, y dar donaciones a los pobres, son algunas de ellas. Sin embargo, este hadiz claramente nos enseña que sin sinceridad, nuestras acciones no serán aceptadas ante la Divina Presencia, aunque desde una perspectiva exterior aparezcan como acciones muy loables. La creencia no consiste en meras palabras, sino que es demostrada por las acciones de los creyentes sinceros.
Estos son lo que obedecen las órdenes de Allah con todo su corazón y se contienen de todo lo prohibido sin quejarse. Prefieren el contento de Allah por encima de todo. Los que prefieren las ganancias mundanas por encima de Allah son los hipócritas. Utilizan el Islam para cubrir sus fechorías y engañar a los verdaderos creyentes. Tales personas son las que toman a su nafs por su verdadero dios. Allah ha dicho con respecto a ellos:
¿Has visto al que toma por dios a su pasión y Allah le extravía en virtud de un conocimiento, sella su oído y su corazón y pone un velo sobre su vista? ¿Quién le guiará fuera de Allah? ¿Es que no vais a recapacitar? (Yāthiyah, 45:23)
Esta ayah nos enseña que los deseos vanos deben ser eliminados cuando la persona sirve a Allah. Para los amigos de Allah, la sinceridad tiene un significado muy profundo. Significa preferir a Allah por encima de todo. Abū Yazīd al- Bistāmī oyó una vez la ayah del Qur’an:
“Entre vosotros los hay que se aferran a este mundo y los que desean la otra vida.” (Āl ‘Imrān, 3:152).
Comenzó a sollozar y dijo: ‘Estas palabras son las palabras de lamento de Allah hacia nosotros. Nos dice que algunos han elegido el otro mundo y otros han elegido este mundo, ¿dónde están los que me han elegido sólo a Mí y Mi contento?’”
Una adoración escueta realizada con sinceridad vale más que una prolongada adoración llevada a cabo sin sinceridad y recta intención. El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) dijo:
“Realiza todas tus acciones con sinceridad. (Si actuáis de esa manera) incluso un pequeño número de acciones rectas es suficiente.”
También dijo:
“Allah no se fija en vuestra apariencia o en vuestras riquezas. Se fija en vuestros corazones (para ver vuestra sinceridad) y actos.”
En la siguiente ayah del Qur’an, Allah el Altísimo dice que ha creado al hombre para probar la calidad de sus obras:
“Quien creó la muerte y la vida para probaros y ver cuál de vosotros sería mejor en obras. Y Él es el Irresistible, el Perdonador.» (Mulk, 67:2)
Por supuesto que la característica más significativa de las buenas obras es la sinceridad con la que se han realizado. Allah el Altísimo tiene diversas formas de probar al hombre. A veces los creyentes son perseguidos y torturados a causa de su creencia e ideales. Son ocasiones en las que el creyente debe probar su fidelidad a Allah.
Alif Lām Mīm. ¿Acaso piensa el hombre que se le dejará decir, “Creemos”, y que no se le probará? Probamos a los que os precedieron, y Allah está perfectamente informado de quién es sincero y de quien es falso. (‘Ankabūt, 29:1-3)
Sin embargo, deberíamos comprender en su justa medida la naturaleza de la sinceridad, especialmente a la hora de prohibirnos hacer buenas obras para evitar la ostentación. A veces shaitan la susurra al hombre que no lleve a cabo una buena acción ya que no es sincero en su intención y de esta forma aleja a los hombres de las buenas obras.
A veces podemos sentir que nuestras obras carecen de sinceridad, pero en esos casos, en vez de contenernos y no realizarlas, deberíamos esforzarnos por corregir nuestra intención. El camino de la sinceridad no es un camino fácil. Hay en él muchas dificultades. Se necesita una continua vigilancia del nafs y de sus bajos deseos. Podemos llegar a la cima de la sinceridad paso a paso. Para ello debemos utilizar nuestra voluntad y pedir –al mismo tiempo- la ayuda divina para alcanzar esta estación. Para conseguir este fin, se deben seguir los siguientes puntos:
1) Al recordar a Allah y repetir Sus nombres, deberíamos sentir Su presencia siempre y en toda circunstancia. Cuando realizamos una acción, tenemos que ser conscientes de que Allah nos está observando.
2) Debemos mantener comunicación espiritual con el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) y con los cuatro califas guiados. A través de esta conexión espiritual nos esforzamos para conseguir la energía necesaria que en la terminología sufi recibe el nombre de fayd.
3) Deberíamos frecuentar los círculos islámicos en los que se realizan suhbbas (charlas sobre Islam). En estas reuniones sentimos la dulzura de la hermandad islámica, y aprendemos a sacrificarnos por nuestros hermanos y hermanas.
4) Debemos servir a toda la humanidad y amar a todas las criaturas por Allah únicamente.
5) Debemos comer sólo lo que se ha ganado de forma halāl (islámicamente permitido). Cuando la comida proviene de lo harām (ilícito), el corazón no puede sentir ninguna inclinación a servir a Allah sinceramente. Lo más importante de seguir estas prácticas es que a través de ellas sentimos la belleza del Islam en nuestros corazones y establecemos la sinceridad en todas nuestras acciones.
Es muy difícil, hoy en día, encontrar gente sincera. La mayoría de nosotros corre sólo tras las ganancias materiales y ve al hombre como un mero objeto para alcanzar sus fines. Que Allah nos ayude en la tarea de ser sinceros con Él, el Todopoderoso.
¡Amín!