DE LOS LIBROS

EL AMOR ETERNO Y LA LUZ DE MUHAMMAD (s.a.s) EN EL MATHNAWI

El Mathnawi: “¡Oh corazón! La verdadera felicidad consiste en alcanzar al Profeta Muhammad (s.a.s). La radiación del Universo es el resultado de la luz de su belleza bendita.” (v.6:1861)

En azal, la pre-eternidad, existió solamente el Señor Todopoderoso. Quiso darse a conocer, marifatullah, a los hombres y a los yin,[1] por medio de la adoración. Por eso creó el Universo. Lo primer que fue creado fue la luz, nur, de Muhammad. Dijo el Profeta (s.a.s) al respecto:

“Era mensajero cuando Adam todavía estaba entre el nafs y el cuerpo.” (Tirmidi, Manaqib, 1)

Aunque la verdadera esencia de nuestro Profeta (s.a.s) –“Nur de Muhammad”– fue lo primero que Allah creó, él fue el último Mensajero, enviado como misericordia para toda la humanidad. La Profecía empezó pues con la primera creación, la Luz de Muhammad, y terminó con su última etapa, es decir la existencia física de Muhammad (s.a.s).

La “Nur de Muhammad” es la esencia iniciadora de la Verdad de Muhammad. Antes de ser revelada a la creación entera era como una piedra preciosa guardada en un elegante estuche. Todo lo demás fue creado por ella. La razón primaria de la creación es la propia Existencia del Señor Todopoderoso, y la segunda es la necesidad de rodear y decorar la “Nur de Muhammad” con el resto de la creación. De hecho, en otro hadiz el Profeta (s.a.s) dijo:

“Cuando el Profeta Adam se dio cuenta del error por el que había sido expulsado del cielo, dijo: ‘¡Señor! Te pido perdón por Muhammad (s.a.s).’ El Todopoderoso le preguntó: ‘¡Oh Adam! ¿Cómo sabes de Muhammad (s.a.s) si todavía no le he creado?’ Contestó: ‘¡Oh Señor! Cuando me creaste y me insuflaste parte de Tu ruh, levanté la cabeza y vi las palabras la ilaha illa Allah Muhammadun rasul Allah en los pilares del cielo más alto. Entendí que solamente lo más bello de la creación podría estar al lado de Tu Nombre.’ Después, Allah Todopoderoso dijo: ‘Has dicho la verdad, oh Adam. Para Mi es lo más delicioso de toda la creación. Suplícame por él. Y dado que lo has hecho, te perdono. Si, por alguna razón, Muhammad (s.a.s) no existiese, no te habría creado.” (Hakim, Mustadra, II:672; Baihaqi, Dala’il, V:488-489)

La manifestación del amor por parte del sur humano es la primera señal de la presencia del corazón. La perfección de este estado consiste en sentir amor por lo más valioso, es decir por Allah Todopoderoso y Su amado Profeta (s.a.s).

El Mathnawi: “Haz de saber que todo en el Universo es como una jarra llena hasta el tope con el conocimiento y la belleza. Pero este conocimiento y esta belleza son una gota del Tigres, que pertenece a Allah, y Cuya aparición es necesaria dada Su Existencia, y no es posible que no aparezca. Era un tesoro escondido que debido a su grandeza ha surgido y formó la tierra, a la que hizo más luminosa que el cielo.” (v.1:2860-2863)

Allah Todopoderoso no esta sujeto a tiempo ni lugar. Está presente en un estado sin tiempo ni espacio y solamente Él conoce Su Propia Verdad. La Existencia del Señor Todopoderoso es absoluta, mientras que la del resto de la creación es contingente.

Por lo tanto, el Señor Todopoderoso, Quien existe en la eternidad y Quien no necesita ningún creador para existir, deseaba ser conocido intelectualmente tanto por los humanos como por los yin, y ser glorificado con la adoración que resulta de la consciencia que conlleva este conocimiento. Así, creó el universo, conocido como “el universo de la multitud.”

Esta verdad procede de un hadiz qudsi que empieza por “Yo era un tesoro escondido…” (Isma’il Haqqi Bursawi, Kanz’i Majfi) Este hadiz es el código básico de la vida para toda la humanidad, y una ayuda para entender la razón de la creación del Universo en el que vivimos para que podamos tomar el camino del conocimiento.

El Mathnawi: “Haz de saber que aquél cuyo corazón carece del amor Divino, está desgraciado. El perro de los Compañeros de la Cueva buscaba el amor, lo encontró, y llegó a un estado espiritual; y aquellos siervos alcanzaron el cielo.” (v.2:1425; 1428)

El Qur’an menciona a Gente de la Cueva (ashab al-kahf) –un pequeño grupo de gente joven, sinceros creyentes en la Unicidad de Allah. Luchaban por vivir según esta creencia y no dudaron en declararla abiertamente. Por ello tuvieron que abandonar la ciudad ya que sus vidas estaban en peligro. Suplicaron la ayuda de Allah. En el camino se les unió un perro, Kitmir, y se quedó con ellos. Todos se refugiaron en una cueva. Por la misericordia de su Señor durmieron allí durante trescientos años. Finalmente se despertaron.

Contemplando las ayaat del Qur’an que se refieren a estos hombres,[2] Rumi indica el estado de Kitmir y dice que el hecho de estar junto con los verdaderos creyentes, gente que sentía amor, puede elevar incluso a un perro al estado de “aquéllos que son de los cielos”. Nos anima a que pensemos en las inimaginables bendiciones que podía haber tenido un individuo al estar en su lugar. Nos anima también a tomar este camino, hablando de la abundancia que resulta de la unión de los temerosos de Allah y los veraces. También lo refleja el Qur’an: “… permaneced con los veraces.” (At-Tawbah, 9-119)

Nuestro Profeta (s.a.s) nos ha informado que en el cielo no hay animales, excepto Ktimir y unos pocos más que se lo ganaron debido a las cualidades excepcionales que poseyeron.

El Mathnawi: “Por el amor, los posos se aclaran; por el amor, un corazón muerto revive, y el rey se convierte en esclavo.” (v.2:1538-1531)

Rumi utiliza la frase “por el amor los posos se aclaran” para recalcar los buenos resultados del amor y del afecto en la vida de un ser humano.

En verdad, cuando existe el amor, el dolor se transforma en misericordia y la dificultad se convierte en facilidad. Cuando uno emprende el camino con amor, encontrará la habilidad, el mérito y la percepción a la hora de enfrentarse a los obstáculos. Incluso en la vida cotidiana cuando se ama lo que se hace, las miserias o bien desaparecen o bien parecen insignificantes en comparación con el amor. Los Compañeros viajaban a lugares lejanos como Constantinopla, Samarcanda o China para transmitir el mensaje de Islam porque estaban comprometidos con el amor que sentían por el Señor Todopoderoso y Su Profeta (s.a.s). Sus viajes eran difíciles, duros y peligrosos pero no les cansaban. El amor por su fe y los destellos de luz de la Profecía que llevaban en el corazón convertían el sufrimiento de esos viajes en un inmenso placer. Por su amor literal y metafórico Farhad logró cavar las montañas y llevar a cabo esa difícil tarea con placer.[3]

Un amor es tan fuerte como lo es el mérito de su objeto. Por esa razón el amor más exaltado y abundante es el amor por Allah, es decir el amor y pasión que siente el siervo por su Señor. No hay otro ser que se merezca tal amor. Él es el creador del amor. En la ayah donde se habla del amor por Allah de los creyentes se dice: “… pero el amor por Allah de los que creen es más fuerte.” (Al-Baqarah, 2:165)

Los hombres pagan un precio muy alto por su amor. Era fácil para Farhad cavar la montaña por Shirin, igual que lo fue para Maynun vivir en el desierto por Layla.[4] Cuando el amor por otro ser humano lleva a la gente a tales extremos, sacrificar mil vidas por el amor Divino debería ser algo simple, y de hecho los amantes desean sacrificar su identidad, e incluso su propia vida, según el grado del amor que sienten. Los Compañeros del Profeta (s.a.s) sacrificaban sus vidas y propiedades por Allah Todopoderoso y Su Profeta (s.a.s), y se sentían agradecidos. Su respuesta a la petición más insignificante del Profeta (s.a.s) era siempre “qué mi madre y padre sean sacrificados por ti, oh Mensajero de Allah”.

Los soldados del Sultán Fatih Mehmet se esforzaban por ser como los que menciona el siguiente hadiz:

“De cierto que Constantinopla será conquistada. ¡Bendito Comandante, bendito ejército!” (Ahmad, IV, 335; Hakim, IV, 468:8300) Solían decir “hoy es nuestro turno de ser mártires” rebosantes de fe y entusiasmo mientras escalaban los terraplenes de Bizancio bajo la lluvia de aceite hirviendo y fuego que les arrojaban desde las alamedas.

Mientras reflexionamos sobre los sacrificios por el amor humano que acabamos de mencionar, deberíamos pensar por un momento cómo afectaría al creyente, amante de la Verdad, llegar a la cima de tal inclinación, es decir cuando su objeto es Allah Todopoderoso y Su Mensajero (s.a.s).

Desde el punto de vista de la espiritualidad, el afecto que brota de las fuentes Divinas es como las flores de los jardines del cielo, una brisa que nos trae miles de fragancias. Incluso si alguna vez una hoja cae del tallo, la planta encontrará alimento, felicidad y bendiciones con la luz de la primavera.

Pero el afecto que no encuentra el lugar que se merece se convierte en triste pérdida de esta vida mortal. El afecto que cae en las garras de los intereses bajos e inútiles es como las flores en el suelo de la calle –condenadas a ser pisoteadas y destrozadas. ¡Qué pena cuando un diamante se pierde en la calle! ¡Qué catástrofe la de ser afligido por un corazón incompetente!

El Mathnawi: “No es posible alcanzar el amor y el afecto Divino sin haber quemado el cuerpo.” (v.1:22)

Cuando el siervo se vuelve hacia su Creador con el profundo afecto, y este afecto se convierte luego en amor verdadero, entonces su existencia y todo lo relativo a ella pierde su importancia. “Yo” y “tú” desaparecen, y queda el vivificante “Tú” que denomina a Allah. Dicho de otra manera, hasta que el corazón no esté desapegado del mundo y del amor por él, la luz del amor Divino no brillara y no se manifestarán las bendiciones Divinas, ya que el amor de Allah no puede realizarse hasta que el corazón no esté limpio del amor por el mundo.

Mawlana dice:

“No seas como una gota de lluvia que teme al viento y a la suciedad. Ambos destruirán a la gota –el viento la secará y la suciedad la absorberá. Pero si esa gota llega al mar, se salvará del sol, del viento y de la suciedad. El ser visible de la gota desaparecerá en el océano, pero su ser y su verdad quedarán para siempre como parte del mar.

Cuando un ser mortal se somete el ser eterno llega a ser inmortal y eterno. ¡Oh los que sois como gotas en comparación con este Universo! Antes de que sea tarde, entrad en razón y ofreceros a Allah para alcanzar la verdadera felicidad, para alcanzar, a cambio de vuestra vida, que es como una gota, el mar, y ser el mar vosotros mismos. Haced el esfuerzo de sacrificar vuestra vida a este noble objetivo; id a los abismos del mar para salvaros de la destrucción en los laberintos del nafs.”

El Mathnawi: “El amor, el afecto y la amistad están unidos a la lealtad y siempre buscan a los leales. Nunca se aproximan al corazón desleal.” (v.5:1165)

La lealtad en los seres humanos es el resultado de la estabilidad. Una persona estable es la que, una vez que ha experimentado los placeres del amor Divino, no se echa atrás sino que continúa hasta renunciar al nafs. Los corazones desprovistos de esta estabilidad no son capaces de contener el amor Divino por mucho tiempo. Significa esto que no pueden comprender las bendiciones que han recibido. Si su comprensión es absoluta, el placer será un atributo continuo hasta su muerte.

El amor y el afecto, como hemos dicho, no se refugian en un corazón inestable y por lo tanto desleal. En consecuencia, si no encuentras estas cualidades, el amor de Allah –debido a su intensidad– no trasciende al corazón. Lealtad y auto-sacrificio son los factores más importantes que indican el nivel del corazón. Falta de auto-sacrificio y de lealtad supone traicionar el amor y la amistad.

El Mathnawi: “El río deja de ser río cuando llega al mar; se convierte en parte del mar.” (v.4:2619)

“Un trozo de pan que comemos desaparece en nuestro cuerpo y se convierte en parte de él.” (v.1:3166)

“Si no existiese el amor, ¿cómo podría existir la existencia? ¿Cómo el pan se podría ofrecer a ti, y ser parte de tu cuerpo, y ser tú?

El pan se te ha ofrecido y se ha convertido en ti. ¿Por qué? Por el amor y la necesidad. Si fuera de otra manera, ¿podría convertirse en vida dentro de tu cuerpo?

El amor da la vida incluso al pan que no la tiene; te añade su existencia mortal y la hace inmortal.” (v.5:2012-2014)

Mientras crece, el afecto empieza a absorber todo alrededor del ser al que va dirigido; empieza a penetrar en el mundo del amado. Por ejemplo, cuando alguien siente un intenso amor por otro, siente a la vez un afecto que puede tener varios niveles: por la ciudad donde nació su amado o por la gente de esa ciudad o por la gente que se parece al amado y por aquéllos que llevan el mismo nombre. Esto se llama a veces “la profundidad consciente del amor”. Muhammad Iqbal, el conocido pensador paquistaní, amaba a Mawlana Yalaluddin Rumi tanto que cuando el avión en el que viajaba entró en el espacio aéreo de Turquía se levantó y exclamó: “¡Hemos entrado en la patria de Mawlana!”

La razón por la que Medina está tan arraigada en los corazones de los creyentes como madinat el-nabi es debido a que allí vivió el Profeta (s.a.s). La mera mención de estos nombres llega a los corazones como una dulce brisa. Y la razón por la que ‘Uhud es tan querida y distinguida entre miles de otras montañas es debido a que el Profeta mismo (s.a.s) le tenía un gran afecto.

Cuando tal amor se expande y contiene a toda la creación, llega a ser “absoluto”. El único ser por el que todos los demás seres pueden tener afecto es el Señor Todopoderoso, porque todo llegó a ser con el brillo de Su Atributo de Creador. Esto significa que el verdadero amor es solamente posible cuando el afecto está dirigido hacia Allah Todopoderoso y toda la existencia está envuelta en Él a causa de esta conexión. Uno empieza en este punto a ver con Sus ojos y la culebra deja de atemorizarle. Mirando desde este punto de vista, el amor absoluto pertenece solamente a Allah.

A menudo concedemos los atributos de Allah a otros seres, sobre todo a los seres humanos. Por ejemplo, llamamos a alguien ‘alim, sabio, o ‘adil, justo, pero no quiere decir que estos atributos sean como los de Allah. Si lo hiciéramos, sería shirk.[5] Cuando utilizamos estos adjetivos para describir a determinadas personas, debemos recordar el atributo Divino que Le describe a Allah como mujalif li’l-hawadiz, que significa ‘absolutamente diferente de todo lo que ha sido creado’. Al decir ‘alim o ‘adil entendemos que la persona ha recibido de estos atributos Divinos según su potencial y capacidad humanos. El amor es exactamente así, y por esa razón, de hecho, el único “amor” y el único “amado” es Allah Mismo.

Un ser humano puede ser un “amante” según su participación en las manifestaciones de la misericordia, compasión y amor en el universo al que Allah llenó de estos atributos. Los que alcanzan ese nivel están en el estado que se llama fana fillah, los que se aniquilan en Allah, se purifican de todos los deseos y llegan a la cima y alegría de lo transitorio. El momento en el que la gota saborea el mar, lo alcanza y recibe su parte en él.

Lo expresa el siguiente dicho:

“Cuando te pierdes a ti mismo

solamente queda el Señor.”

El Mathnawi: “Sea el amor desde el nafs o desde el espíritu, al final nos llevará hasta allí.” (v.1:111)

“Elige el amor de Allah, que es eterno, para que te deje probar el vino del verdadero significado y te de vida.

Elige el amor de Aquél por Cuyo amor todos los Profetas alcanzaron poder, gloria, honor y felicidad.” (v.1:219-220)

Todas las formas del amor legítimo son válidas ya que guían al ser humano hacia la gloria enseñándole auto-sacrificio y liberación de la voluntad del nafs.

Esposos, descendencia y propiedades forman pasos que ayudan a alcanzar objetivos y ayudan en la experiencia de la unicidad Divina si son amados por Allah dentro de los límites que Él ha marcado. No obstante, no es aceptable que el amor, que nos ha otorgado el Señor, se convierta en un juguete o que sea exagerado hasta convertirse en un ídolo. Si dejamos que el agua que debería estar debajo del barco entre en él, éste se hundirá o será destruido.

No es aceptable que un creyente ame a otro que Allah con la fuerza del “amor verdadero”. Estos afectos transitorios están justificados solamente cuando constituyen una etapa en el camino hacia el amor Divino. Si el siervo de Allah ama a otro que Él con una gran fuerza, y si este afecto con el tiempo queda arraigado en su corazón, entonces es culpable de shirk. En una ayah del Qur’an leemos: “¿Qué opinión te merece quien hace de su deseo su dios?” (Al-Furqan, 25:43; Al-Yaziyah, 45:23)

Entre los afectos transitorios y fuertes impulsos que existen como preparación para el amor Divino y para aumentar su capacidad, los dirigidos hacia las propiedades e hijos son de los más fuertes. Dice el Qur’an: “Y sabed que realmente vuestras riquezas y vuestros hijos son una prueba y que Allah tiene junto a Sí una inmensa recompensa.” (Al-Anfal, 8:28)

En este caso siempre existe el peligro de sedición, según el grado de afecto y su constancia. No obstante, el amor por la creación es permisible siempre y cuando esté enmarcado en los límites de la estación transitoria, siendo preparación para el amor Divino.

El Mathnawi: “¡Oh! La vida de los amantes consiste en la muerte. No ganarás el corazón (del Amado) a no ser que pierdas el tuyo.” (v.1:1751)

Como hemos apuntado anteriormente, el amante tiene la tendencia a perderse en el amado. Los Compañeros del Profeta (s.a.s) utilizaban todos los medios a su alcance para este fin y estaban siempre dispuestos a sacrificarse. Siempre cuando podían respondían: “Sacrificaría mi vida y mis bienes por ti, oh Mensajero de Allah.” La realización de este estado es la añoranza por el amor de Allah. Las mariposas nocturnas que recibieron una pequeña parte de tal condición, llamadas pervane, se lanzaban a la llama para probar su amor. Muhammad Iqbal habla de ello en un poema:

“Una noche oí a una polilla decirle a una pervane:

Me imbuí de los libros de Avicena. Vi los libros de al-Farabi. Me perdí entre las numerosas líneas de letras secas y las he devorado. Vagué por todas las calles de al-Medina al-Fadila de Farabi, pero no logré entender la filosofía de esta vida. Me convertí en un triste viajero por las calles sin salida llenas de pesadillas. El sol no brilla para mí.

La pervane desplegó sus alas ennegrecidas al oírlo y dijo:

¡Mira! Mis alas se han quemado a causa del amor. Lo que llena la vida son las luchas del amor. El amor da las alas a la vida.”

Lo que intentaba decirle la pervane a la polilla era:

No te pierdas en los caminos ignorantes y empinados de la filosofía. Abre las alas a la unicidad, participando del océano de la espiritualidad lleno de amor, fascinación y prosperidad.

El amor empieza con la lucha. Alcanzar la unicidad y trascender el océano de la vida se hace posible cuando planeamos sobre las abundantes y fértiles tierras del amor y la fascinación.

[1]       (NT) El Qur’an a menudo habla de hombres y yin juntos. El hombre ha sido creado del barro, mientras que los yin han sido creados de la llama del fuego. La raíz yunna significa ‘estar cubierto y escondido’. Tanto el Qur’an como el hadiz describen a los yin como una especie de seres vivos, que, al igual que el hombre, pueden creer o no; aceptar la guía o rechazarla. Así pues los yin son seres con personalidad que tienen un margen de libre voluntad y por lo tanto tendrán que dar cuenta de sus actos.

[2]       Qur’an, surah Al-Kahf, 18:9-22.

[3]       La historia de Farhad y Shirin, dentro de los poemas histórico-épicos  de Shahnameh, es de origen persa, y está basada en un hecho real, más tarde romantizado por los poetas. Habla del amor del rey sasánida Khusraw Parviz por la princesa cristiana, Shirin, y de cómo derrotó a su rival Farhad, enviándolo al Monte Behistun con la imposible tarea de cavar escaleras en la roca.

[4]       En otra historia de amor Maynun se vuelve loco cuando sufre la separación de su amada Layla.

[5]       (NT) Asociar algo o alguien con Allah.