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La Cualidad de Dar Libremente (Birr)

La cualidad de ser capaz de dar libremente, llamada birr en el Qur’an, es también una noble forma de compartir lo que se tiene con otros como el īthār.El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz), que es el ejemplo ideal de todas las cualidades morales, fue también una incomparable personalidad en esta virtud. La siguiente historia nos muestra su enorme sensibilidad y preferencia por sus hermanos Musulmanes antes que por él.

Un día, el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) preparó dos cepillos de dientes de un miswāq (palito para limpiarse los dientes). Uno de ellos era muy recto y de aspecto agradable, mientras que el otro estaba muy retorcido. El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) le dio el mejor a uno de sus Compañeros, y él se quedo con el peor. El Compañero al ver eso le dijo:

“Este es mejor para ti, oh Mensajero de Allah.”

El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) le respondió:

“Todos seremos preguntados si respetamos los derechos de amistad del otro aunque sólo hubiéramos andado juntos una hora.”

De esta forma, nos mostró que esos derechos sólo pueden ser respetados si se comprende debidamente el īthār y el birr y se elige la necesidad de un hermano Musulmán por encima de la nuestra (Ihyā’ ‘Ulūm al-Dīn, V.II, p.435).

La siguiente historia es otro ejemplo de este tipo de sadaqah. Un día, los Compañeros estaban reunidos con el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) en la mezquita, y le escuchaban atentamente. El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) recitó la siguiente ayah:

“No alcanzaréis la virtud hasta que no deis de lo que amáis. Y cualquier cosa que deis, Allah la conoce.” (Al ‘Imrān, 3:92)

Los Compañeros que estaban oyendo las palabras del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) sintieron esas palabras caer en lo más profundo del corazón. Querían ver si eran capaces de dar de aquello que amaban. De repente, uno de los Compañeros se levantó. Era Abū Talha (que Allah esté satisfecho de él), y su rostro brillaba con la luz de la fe. Tenía un campo con seiscientas palmeras datileras que estaba muy cerca de la mezquita del Profeta. Abū Talha amaba mucho ese huerto. Solía invitar al Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) al jardín que allí había y recibir así sus bendiciones. Abū Talha dijo:

“¡Mensajero de Allah! De todas mis propiedades la que más amo es ese campo que tú conoces a la perfección. Pues bien, lo dono al Mensajero de Allah para que él disponga del campo de la forma más conveniente.”

Después de haber pronunciado esas palabras se fue al campo para formalizar su decisión. Cuando llegó, se encontró a su esposa sentada a la sombra de uno de los árboles. Abū Talha no entró. Su esposa le inquirió:

“¡Oh Abū Talha! ¿Por qué te quedas fuera?”

Abū Talha le contestó:

“No puedo entrar; y tú deberías coger tus pertenencias y salir también de aquí.”

Tras escuchar tan insólita respuesta, su esposa le preguntó:

“¿Acaso no es nuestro este campo?”

Abū Talha le contestó:

“No, desde ahora este campo pertenece a los pobres de Medina.”

Después le recitó la ayah que el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) les había recitado, y le explicó que por ello había donado el campo que más amaba. Al escuchar aquellas palabras de su esposo le preguntó:

“’Oh Abū Talha! Has dado este campo en tu nombre o en el de los dos?”

Abū Talha contestó:

“En el de los dos.”

Su esposa sintió una gran alegría y le dijo:

“¡Que Allah acepte tu donación, Abū Talha! Muchas veces, cuando veía a la gente pobre merodear por este lugar, pensaba que debeíamos ofrecer este campo para que ellos pudieran beneficiarse de él, pero no encontraba el valor para proponértelo. Ahora mismo salgo de aquí.”

Es difícil imaginar el clima de felicidad que reinaría en el mundo si este tipo de actitudes se generalizase y se enraizase en los corazones de la gente. Imagínate la belleza que se desprendería de esta generosidad constante. Abū Talha entendió el mensaje que el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) les había dado, por eso no dudó en llevar a cabo aquel sacrificio.

El Mensajero de Allah (que Allah le bendiga y le de la paz) animaba a dar sadaqah incluso a los que poseían muy pocos bienes. Por ejemplo, solía decirle a Abū Dharr –a pesar de ser uno de los Compañeros más pobres-

“cuando hagas sopa echa mucha agua y compártela con tus vecinos.” (Muslim, Birr, 142)

El creyente debe iluminar como ilumina la luna en la oscuridad con su generosidad, su desprendimiento, su amabilidad, su compasión, su entusiasmo, dando sin cesar y compartiendo sus bienes con sus hermanos Musulmanes. Hay una clara necesidad de ser generosos y desprendidos en estos tiempos de crisis que vivimos y que ha dejado a muchos hogares en la miseria.

No deberíamos olvidar que podríamos ser nosotros uno de esos que ahora se encuentra en la pobreza y la necesidad más imperiosa. Por ello, deberíamos dar gracias a Allah por poder dar a los que sufren algún tipo de dificultad, a los que están solos, enfermos, incapacitados para poder valerse por sí mismos. Debemos compartir lo que Allah nos ha dado con los necesitados, para que la felicidad que propiciamos en sus corazones sea un medio para nosotros de progresar espiritualmente en este mundo, y una fuente de dicha en la otra vida.

¡Oh Señor nuestro! Permite que todas las clases de misericordia sean nuestro interminable tesoro espiritual.

¡Oh Señor! Guíanos hacia esa vida de continuo desprendimiento que fue la de nuestro Profeta Muhammad (que Allah le bendiga y le de la paz), la de sus Compañeros y la de los nobles y sinceros creyentes que les han seguido.
¡Amín!