DE LOS LIBROS

Frecuentar la compañía de los hombres nobles y auténticos

Había una vez un hombre descuidado que odiaba a los amigos de Allah. Un día pasó por delante de la casa de un sheij y quiso saber que había dentro, así que se escurrió por la puerta y vio una reunión de derviches que escuchaban atentos un suhbah (charla). Aquel despreocupado caminante no dio importancia a la escena que estaba contemplando y siguió su camino. Esa misma noche tuvo una terrorífica pesadilla.

Era el Día del Juicio Final y los demonios se lo llevaban al infierno. En ese momento, el sheij apareció y les dijo: “Dejadle en paz, ayer estuvo presente en una de nuestra reuniones.” Los demonios replicaron: “Pero es un hombre negligente que merece el infierno.” En ese momento, se despertó y la primera cosa que hizo por la mañana fue ir a la casa del sheij y unirse a los derviches. Según un hadiz transmitido por Anas b. Mālik (que Allah esté satisfecho con él), hay grupos de ángeles que recorren la tierra buscando reuniones de dikr. Cuando encuentran una, la rodean y dicen: “¡Oh Señor! Estos siervos tuyos están leyendo Tu libro, elogian a Tu Profeta y te piden lo mejor que puedas darles en este mundo y en el otro.” Allah Todopoderoso dice:

“Sed testigos de que les he perdonado.” Los ángeles dicen entonces: “¡Oh Señor! Fulano y mengano estaban en esta reunión por error.” Allah Todopoderoso responde: “Ellos (los nobles y sinceros servidores) son tales que todo aquel que esté con ellos estará a salvo de ser considerado un desobediente.”

Las buenas nuevas que nos trae la noticia anterior, animan a los Musulmanes a estar con los nobles y sinceros siervos de Allah. En el camino sufi es necesario frecuentar la compañía de estos hombres para obtener beneficio espiritual y proteger el corazón de mā siwā. A diferencia de otros órganos del cuerpo, el corazón actúa de forma refleja y fácilmente tiende a asimilar lo que percibe a su alrededor tomando el color y las características de lo que le rodea Esta influencia puede ser tanto positiva como negativa. Si el corazón no ha sido convenientemente educado y no ha conseguido un cierto nivel de control, se enfrentará a serios peligros.

Controlar el amor y el odio tiene efectos muy particulares en la ascensión o el declive espiritual. Es muy importante en el camino de la perfección espiritual amar lo que merece ser amado y odiar lo que merece ser odiado. La importancia de estar con los nobles y sinceros siervos de Allah, y vivir en sus círculos de influencia es fundamental para el progreso espiritual. Sin embargo, el grado de beneficio depende del grado de amor que se tenga por el Amado. Por el contrario, estar simplemente con ellos no conlleva demasiado provecho aparte de ciertos beneficios intrínsicos al hecho mismo de permanecer en su compañía.

Es interesante notar que las palabras sahābī (Compañero del Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le de la paz) y suhbah (reunión, encuentro) vienen de la misma raíz en árabe. En verdad que los Compañeros fueron los que más se beneficiaron de los suhbah del Profeta a causa de su inmenso amor y respeto por él. Para entender el impulso que les llevó a escalar las más altas cimas del mundo espiritual, debemos observar detenidamente el inmenso respeto que sentían por el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz).

Uno de los sahābī dijo en una ocasión: “Escuchábamos al Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) con el mismo cuidado y atención que hubiéramos sentido de haber tenido pájaros encima de la cabeza y hubiéramos temido que al menor movimiento se echasen a volar.” El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) regaba los sedientos corazones de sus Compañeros con el agua de la sabiduría y de la misericordia. Gracias a estar continuamente en compañía del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz), semillas de conocimiento y sabiduría fueron dando su fruto en la fértil tierra de sus corazones. El reflejo del amor y de la espiritualidad del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) en sus corazones fue modelando su carácter hasta que surgieron nuevas personalidades.

Las viejas, aquellas que se habían modelado en los tiempos de la ignorancia (yāhiliyyah), las que les impulsaban a enterrar vivas a sus hijas y a cometer toda clase de desmanes morales, desaparecieron. En esos mismos cuerpos, caracteres llenos de gentileza, generosidad y delicadez crecían ahora como árboles con frutos nuevos. A donde quiera que fuesen llevaban consigo la paradigmática vida del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz). Los relatos de sus virtuosas vidas seguirán guiando a la humanidad hasta el final de los tiempos. Allah Todopoderoso ensalza a los Compañeros en los siguientes términos:

Y de los primeros precursores, tanto de los que emigraron como de los que les auxiliaron, y de los que les siguieron en hacer el bien, Allah está satisfecho de ellos y ellos lo están de Él. Les ha preparado jardines por cuyos suelo corren los ríos y en los que serán inmortales para siempre. Ese es el gran triunfo. (Tawba, 9:100)

Las charlas y suhbahs (conversaciones y reuniones) de los creyentes tomaban su belleza de la belleza de los suhbahs del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz). Es la luz del Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) la que se refleja en las palabras de los sabios y de los amigos de Allah.

Los Musulmanes deberían ser conscientes del significado de esos encuentros, pues son como jardines del Paraíso en los que hay ojos y corazones que lloran de amor por Allah. Deberíamos asistir a esos encuentros y frecuentar a los siervos nobles de Allah (sālih) y a los sinceros y auténticos (sādiq) creyentes. Es la única manera que tenemos de desarrollar debidamente nuestra espiritualidad y adornar nuestros corazones con las más sublimes cualidades.

Si un creyente quiere proteger su desarrollo espiritual de las influencias negativas, entonces él ó ella deben evitar la compañía de los que obran erróneamente y de los negligentes. El viento que sopla por encima de la carroña y de lagunas pantanosas extiende su repulsivo olor por donde quiera que circule. A este respecto, Sheij ‘Ubayd Allāh Ahrār advirtió a sus seguidores: “La compañía con los malhechores trae tensiones, desolación y falta de concentración en los corazones.”

Un día, Abū Yazīd al- Bistāmī sintió estrechez en su corazón. No podía concentrar su mente y preguntó a los amigos del círculo: “¿Hay alguno de entre los presentes que sea un extranjero (se refiere a alguien que es extraño al recuerdo de Allah y a las buenas acciones)?” Sus amigos se pusieron a mirar alrededor pero no encontraron a nadie que no conocieran. Abū Yazīd insistió: “¡Mirad cuidadosamente! Comprobar el área donde se guardan los bastones. Hay signos de que en esta reunión uno de los presentes es un extraño, de lo contrario no me sentiría tan incómodo e infeliz.”

Buscaron de nuevo y encontraron el bastón de un malhechor. Lo arrojaron fuera e inmediatamente la paz volvió a la mente y el corazón de Abū Yazīd. En otra ocasión, ‘Ubayd Allāh Ahrār le dijo a uno de sus más cercanos compañeros: “Siento que algo no va bien contigo. Me parece que llevas el abrigo de un extraño.” Su compañero dijo sorprendido: “En verdad que así es,” a continuación se cambió de ropa y volvió. Otro ejemplo que ilustra lo que acabamos de decir podemos encontrarlo en el profeta Yusuf y en su padre Yaqub (sobre ellos dos la paz). Yaqub amaba a su hijo Yusuf más que al resto de sus hijos, pues veía en él sus propias cualidades.

Su amor por él era tan intenso que cuando le trajeron la camisa de Yusuf sólo él pudo sentir su olor. Si un amigo de Allah puede penetrar los dominios materiales como hemos visto en el caso de Yaqub, cuanto más significativo será el cuidar escrupulosamente del corazón que es, sin la menor duda, mucho más sensitivo que las cosas materiales. Los más destacados sufis han dicho: Incluso a los seres no vivos les afectan las acciones y la moral de la gente.

Hacer la salah en un lugar donde se han cometido todo tipo de trasgresiones es muy diferente de hacerla donde sólo se han realizado buenas acciones. Por ello, la salah en la Ka’ba tiene mayor recompensa que la salah hecha en cualquier otro lugar. Podemos añadir otro ejemplo a los anteriores, esta vez sacado de la vida del Profeta Muhammad (que Allah le bendiga y le de la paz). Un día que pasaba por el valle de Muhassir, un lugar entre Arafat y Muzdalifah, aceleró su paso.

Los Compañeros se preguntaban por qué habría hecho una cosa así: “Mensajero de Allah, ¿por qué has acelerado el paso de repente?” Contestó: “Allah Todopoderoso destruyó al tirano Abrahah y a su ejército en este lugar.” En otra ocasión, el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) volvía de la campaña de Tabūk. Los Compañeros estaban muy cansados y querían descansar un rato. Se pararon en el mismo lugar donde los Zamud habían vivido. El Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) les dijo: “Allah Todopoderoso destruyó a la nación de los Zamud en este mismo lugar. No cojáis agua de aquí para que su aflicción no os toque.” Ellos le contestaron: “¡Mensajero de Allah! Ya hemos llenado nuestra cantimploras con esta agua.” Entonces el Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) les ordenó que dieran de beber a los camellos y tirasen el resto del agua.” (Bukhārī, Anbiyā’, 17)

Estos y otros ahādīz similares muestran que incluso los objetos inanimados reciben la influencia de los incidentes buenos y malos que ocurren en un lugar determinado. De la misma forma, los amigos de Allah expanden sus bendiciones espirituales, su amor y su éxtasis a la gente que les frecuenta. La luz en sus corazones se refleja en los otros. No deberíamos olvidar que de la misma manera que los objetos materiales se influencian unos a otros, así también las situaciones espirituales se afectan unas a otras.

En la misma medida que su reflexión y transformación, el corazón se llena con sabiduría y verdad como la brisa matinal nos trae el olor de las rosas, del almizcle y de otras fragancias allí donde sople. Por ello debemos buscar el beneficio de la compañía constante de los nobles siervos de Allah y de los creyentes sinceros. A este respecto, Allah el Inmenso ha dicho en el Qur’an

“¡Vosotros que creéis temed a Allah y permaneced con los veraces!” (Tawba, 9:119)

Para lograr perfeccionar nuestra creencia, tenemos que hermanarnos con aquellos que son honestos en sus palabras y en sus acciones y veraces con Allah en su fidelidad y amor. Si amamos a los amigos de Allah, podemos fácilmente alcanzar las más altas estaciones del espíritu lo mismo que ellos.

Una vez le preguntó un hombre a Abū Yazīd: “Aconséjame sobre una buena acción que me aproxime a Allah.” Abū Yazīd le contestó: “Ama a los amigos de Allah y ellos te amarán a su vez. Intenta hallar un lugar en sus corazones. Pues Allah mira en los corazones de Sus amigos trescientas sesenta veces al día. Si encuentra tu nombre en uno de los corazones, perdonará tus faltas.” Por esa razón, en el entrenamiento sufi, la rābitah (atadura) establece una unión espiritual entre el discípulo y el maestro del camino.

Cuando el discípulo establece esta unión con el amigo de Allah (a quien ha aceptado como a su modelo), su amor y obediencia a sus consejos están siempre en su mente. A través de la rābitah el discípulo alcanza perfecta afinidad con su maestro, y él o ella pueden recibir toda clase de bendiciones espirituales. Sin embargo, esta rābitah puede hacer creer al discípulo que el poder viene del sheij y no de Allah, con lo cual habría caído en asociación, que es la falta más grave que se puede cometer.

Jalāl al-Din Rūmī lo explica en las siguientes palabras:
Cuando el río entra en el mar se hace mar. Ya no es un río. El pan que comemos se disuelve en nuestro estómago y pasa a ser parte de nuestro cuerpo. De la misma manera, el amante queda aniquilado en el Amado en la misma medida que su amor por él. Rūmī explica este estado de aniquilación diciendo:
El amor llena mis venas y mi piel como la sangre. Me salgo de mí mismo y llenó mi existencia con afecto. Mi amigo cubrió todas las partes de mi cuerpo. Lo único que me sigue perteneciendo es mi nombre, el resto es…

En tasawwuf se conoce este fenómeno con el nombre de fanā’ fi Allā y baqā’ bi- Allā, aniquilación en Allah y eterna unión con Él, respectivamente. Sin embargo, no es una tarea fácil conseguir el amor de Allah directamente sin llevar a cabo las prácticas espirituales necesarias para este fin. El corazón necesita estar preparado para poder sobrellevar una carga de semejante peso. Abū Bakr (que Allah esté satisfecho de él) amaba al Profeta (que Allah le bendiga y le de la paz) profundamente.

Incluso en su presencia, su amor y su añoranza por él crecían en lugar de disminuir. Cuando dio todas sus riquezas en el camino de Allah, el Profeta Muhammad (que Allah le bendiga y le de la paz) le alabó por ello. Abū Bakr (que Allah esté satisfecho de él) le dijo: “¡Oh Profeta de Allah, que mi vida y mi riqueza sean tu rescate.” Rūmī, abundando en esta misma idea, comentó: “¿Qué és el oro? ¿Qué es la vida?

¿Qué son las perlas y las joyas si no se gastan para complacer al Amado?” Se narró que Abū Bakr (que Allah esté satisfecho de él) dijo una vez en el mimbar que incluso en los lugares de aseo y limpieza sentía el pudor de estar delante de Allah. No es de extrañar que el Profeta Muhammad (que Allah le bendiga y le de la paz) dijera en su lecho de muerte: “Cerrad todas las puerta excepto la de Abū Bakr.” Sheij Sā’dī Shirāzī explica la recíproca influencia de los estados por los que va pasando el creyente de la siguiente manera:

El perro de los compañeros de la cueva fue honrado al estar con ellos. Incluso es mencionado en el Qur’an y forma parte de la historia. Sin embargo, la esposa de Lut (que la paz sea sobre él) prefirió estar con los incrédulos y malhechores. 

Sheij Sā’dī explica metafóricamente el estado de “mismisidad” y “unicidad” como resultado de frecuentar a los nobles y sinceros creyentes, en la siguiente historia: “Un hombre fue a unos baños públicos. Allí se encontró con un amigo que le ofreció arcilla perfumada para que se lavase.

La agradable fragancia de la arcilla perfumada pronto llenó todas las estancias de los baños. Ese hombre le preguntó a la arcilla:

-Me encanta tu olor; dime, ¿qué eres, almizcle o ámbar? La arcilla respondió:

-No soy ni almizcle ni ámbar, sino tierra ordinaria. Sin embargo, estuve mucho tiempo bajo un rosal y me lavaba con su agua. Mi perfume viene de esas rosas.”

Como muestran todos estos ejemplos, debemos someternos sinceramente a los amigos de Allah (no como fin, pues este sometimiento es sólo hacia Allah). De esta forma podremos reflejar las luces divinas que moran en sus corazones, de la misma forma que la luna refleja la luz del sol. ¡Oh Señor! Resucítanos junto a los creyentes sinceros en su devoción y en su creencia. Concédenos los beneficios de estar en compañía de los nobles y sinceros creyentes como se los concediste al círculo del Profeta y sus Compañeros.
¡Amin!